El estudio sobre el hombre surge en
el ámbito filosófico. El campo de la antropología cultural en las últimas décadas
ha sufrido notables transformaciones, los datos antropológicos han de
generalizarse a nivel global, deben de combinar el uso de técnicas cualitativas
y cuantitativas.
En el campo conocido como
Antropología y educación, el uso de técnicas etnográficas para el estudio del
aula y la escuela es bastante unánime, pero si sus datos han de servir a la
toma de decisiones educativas de ámbito general es necesario avanzar por los
caminos de los análisis antropológicos-sociales, en las llamadas sociedades
complejas.

Desde el punto de vista metafísico
la noción del hombre queda perfectamente
delimitadas dentro del género animal, por la racionalidad humana como
diferenciación específica.
El camino del saber antropológico
un hito fundamental lo constituye la Teoría de la Evolución. Las investigaciones
sobre el origen del hombre cobraron a partir de ahí un nuevo giro, el
evolucionismo que marca el comienzo de la antropología científica.
La antropología empírico-positiva
se ha desarrollado en diversos campos científicos. Este enfoque empírico-positivista
se ha desarrollado también específicamente en otros campos científicos dando
lugar a la Antropología cognitiva, Antropología lingüística, y dentro de la Antropología
social y cultural surge la corriente cultura y personalidad antevente inmediato
a la Antropología de la educación.
La Antropología cultural se interesa muy
pronto por el estudio de la educación y los procesos de transmisión cultural. Este
interés se remonta a finales del 1800. Margaret Mead despertó su interés en
estudiar el período de la adolescencia en la población primitiva de Samoa en
1928. En esta investigación Mead ya planteaba la necesidad de comparar la
civilización norteamericana con otras sociedad más simples, con fines prácticos,
tendentes a solucionar los problemas educativos.
En la década de los 30 se consolidad dentro
de la Antropología cultural la corriente cultura y personalidad de orientación
Boasiana, corriente clave que orienta el nacimiento de la antropología de la
educación. En esta época, junto a los estudios de la adolescencia interesa a F.
Boas y sus discípulos, los primeros años de vida del niño y su configuración
cultural. Con estos estudios la educación pasa a ser el eje fundamental de sus
intereses, por el papel que juega en la confluencia de cultura y personalidad.
El olvidar las variaciones culturales en el
desarrollo del comportamiento humano suscitó un gran debate en cuanto a la
concepción de la naturaleza intelectual del niño.
La calve de la visión antropológico-educativa
del hombre, puede resolverse en una imagen representada por una intersección de
círculos que convergen en una superposición interactiva de naturaleza humana,
educación y cultura.
Cuando se concibe la cultura como una serie
de dispositivos simbólicos, como un sistema de significación creado históricamente en el tiempo por un
grupo humano, en virtud del cual los individuos ordenan sus vidas de acuerdo
con determinadas formas, esta cultura se define en el hombre en la medida en
que suministra el vínculo entre lo que los hombres tienen posibilidad de llegar
a ser y lo que realmente llegan a ser como miembros del grupo cultural. Desde esta
perspectiva, la educación no es solamente proceso de transición cultural, sino
también forman cultural de definición del hombre.
Aquí es cuando surgen los modelos de análisis
antropológico-educativos que, en el marco filosófico y lo científico, se
preguntan sobre el qué y el cómo de la educación y por el qué y el cómo del
hombre en su calidad de educable.
“Antecedentes de la construcción teórica en
antropología de la educación”
Petra M. PÉREZ ALONSO-GETA
Departamento de la
teoría de la educación. Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación.
Universidad de
Valencia.